Ladyboys
En Tailandia se cuentan unos 2 millones de mujeres/hombres, las llamadas ladyboys según
los cálculos oficiales. Cualquiera que viaje a esa tierra, ahora tan
convulsa, podría decir que son quizás dos millones o tres o incluso más.
No habrá ya sin embargo escándalo alguno cuando toda la población lo
sea. Por el contrario, ese país será una suerte de sueño de la idea
feminista del género como modo más exacto de definir las derivas del
sexo.
Estas ladyboys son hoy, con frecuencia, empleados
como jusetos/sujetas adecuados que despachan en los departamentos de
cosmética de los grandes almacenes. Un ámbito cuta suavidad y
ambigüedad se corresponde perfectamente con el aspecto de sus regidores.
En Tailandia se celebran concursos nacionales o locales en los que se premia a la más guapa ladyboy
de ese lugar y, como es de esperar, su vida, con o sin exhibición
mediática,
se compone no sólo de tratos con otras personas de su misma condición sino con toda la población. Se forma así, por tanto, una especie de panorama futurista de la imaginaria sexualidad o, como dirían, las feministas de la libertad de género. Los géneros en todos sus matices se mezclan borrando sus antiguos lindes y en la interrelación triunfa el erotismo sin programa, sin código, sin sello. ¿Un atraso? ¿Quién podría decirlo? ¿Exotismo? ¿Quién podría asegurar que dentro de unos años seguirá siéndolo?
se compone no sólo de tratos con otras personas de su misma condición sino con toda la población. Se forma así, por tanto, una especie de panorama futurista de la imaginaria sexualidad o, como dirían, las feministas de la libertad de género. Los géneros en todos sus matices se mezclan borrando sus antiguos lindes y en la interrelación triunfa el erotismo sin programa, sin código, sin sello. ¿Un atraso? ¿Quién podría decirlo? ¿Exotismo? ¿Quién podría asegurar que dentro de unos años seguirá siéndolo?
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